martes, noviembre 04, 2008

Por fin en casa (reinterpretación de una historia famosa)


Ernesto se había pasado media vida dormido en catres ajenos. Desde que abandonó el hogar, a la tierna edad de 17 años transitó por camas de viudas ricas, lechos alquilados por las amigas de las viudas ricas, o por casadas sofisticadas de Manhattan que sucumbían a los encantos del joven creador. Tan desvalido, tan talentoso, tan dulce en los tálamos compartidos.
Samantha llegó a los días del joven Ernesto, también talentosa y bella, con cierto aire de melancolía sempiterna en la mirada. Ambos se confesaban el origen de sus protectores. Samantha recibía 50 dólares por ir al tocador, bellos sombreros llegaban a su casa, flores, champán y algún liguero atrevido. Comida poca. Ernesto tenía más suerte porque desde el inicio las bondadosas y generosas benefactoras le sufragaban todo gasto habido y por haber. Las señoras de Manhattan, siempre tan maternales, le llevaban a peluqueros y modistos en voga; no le dejaban dejarse ni un penique en zapatos, llaveros, plumas u otras fruslerías propias de la edad, la sofisticacón y el brillo de Ernesto.
LLegó un día en que Samantha y Ernesto repudiaron su modus vivendi, convencidos de que a ningún sitio decoroso y elegante les llevaría aquel estilo de vida. Abandonaron sus aspiraciones artísticas, cualquier sueño de gloria y montaron una verdulería 24 horas en Queens. Ahogaron sus sueños entre coles y lechugas y aprendieron que la vida normal no era tan amarga como sospechaban, incluso más alegre y campechana que cuando alquilaban su cuerpo por horas en un pequeño apartamento de la Quinta Avenida.
Los amantes aprendieron a volar en su propio lecho. Una cama sencilla de barrotes metálicos dorado-mate. En ocasiones, creían levitar sin que sus cuerpos escaparan del colchón. El lecho propio, después de tanto trasiego sabanístico, resultó un santuario de sudor, pieles y jugos. Y nunca jamás volvieron a alquilarse a otros cuerpos que no fueran los suyos.

14 comentarios:

Wunderkammer dijo...

Y que suene la música:

http://www.youtube.com/watch?v=BOByH_iOn88&feature=related

Buen relato, Lola.

sushi de anguila dijo...

Mi peli favorita... En mi primera visita a Nueva York, en 1994 (maravillosa visita nocturna a las añoradas Torres Gemelas, por cierto!!), no paré hasta conseguir en cd esta versión de Audrey cantando con la guitarrita... Eran AÑOS GLORIOSOS para los buenos aficionados al cine, cuando oíamos 'POLVO DE ESTRELLAS' de Carlos Pumares, y una vez al mes, para ponernos los dientes largos, nos premiaba con 'EL HIMNO' del programa, una de mis cinco canciones favoritas... el 'Moon River' de ese geniazo llamado Henry Mancini...

Es curioso, pero siempre he querido ser un poco como el 'amigo Fred'/Paul, alguien que se gana la vida con lo que escribe, y que es feliz con la chica de sus sueños, sin más ambición que verla cada mañana sonreir dormida junto a él.... ¡Qué grandes Truman Capote y Blake Edwards!...y qué buena tú, por reinterpretar a tu aire la historia del gigoló y la querida con tanto acierto...

Un besazo

Más claro, agua dijo...

Lo has conseguido, Lola: ya no voy a poder pasar el fin de semana sin volver a ver la película ;-)

Anónimo dijo...

Sería fantástico que alguien versionase tu versión. Convertir la historia de Truman en un final de verdulería de Queens es, simplemente, innovador.

Y qué guapo era George Peppard, por Dior :_)

Mgda dijo...

:-D

coco dijo...

No pasa un día en que no repudie mi modus vivendi. Que es como se llama mi vecino, el romano.

Liberto Brau dijo...

Liberto Brau, del clan literario de Pau Llanes (Arterapia Sentimental), les anuncia e invita a la inauguración de su blog “Amanece púrpura”. Se trata de una novela en proceso (alentada de algún modo por “El vendedor de cuentos”) que el autor irá publicando capítulo a capítulo, semanalmente, si se cumplen sus expectativas tanto de lectores como de apoyos en sus comentarios. Para ello recomienda leer entre otros textos de introducción el “Acuerdo del autor con sus lectores”. Ojalá la lectura de este primer capítulo de “Amanece púrpura” les agrade lo suficiente como para motivar sus palabras y comentarios, sostener la espera de nuevas entregas mientras tanto y formar parte de su lista de blogs favoritos. Gracias por su atención y curiosidad, por su lectura, por sus palabras… Y disculpen esta entrada así de sopetón en sus casas; no quiero que crean que lo utilizo como un tablón de anuncios… Me tomé la libertad de hacerlo por la confianza y hasta cierto punto complicidad que me da habernos leído algún día (aun anónimos y silenciosos) y por la oportunidad que nos brindó Arterapia Sentimental para encontrarnos alguna vez en nuestra dispar vida de bloggers… Liberto Brau

Sintagma in Blue dijo...

Lo peor es no es alquilar otros cuerpos sino hipotecarse la vida...

LOLA GRACIA dijo...

Sintagma...¿quien no ha hipotecado algo de su vida en estos momentos que nos toca vivir?...Somos todos un poco putos ¿no?

coco dijo...

Yo quiero comerciar con mi cuerpo. Pero te juro que no hay manera.

coco dijo...

Ni donando los huevos al flan dhul.

El buzon de mi casa dijo...

¡¡ "Pobrecillos" !!, duro me parece lo de condenarles a ejercer de autónomos, pero lo de abrir 24 horas, eso si que me resulta de una crueldad extrema e inmerecida por los protagonistas.

¿Qué te parece? si los protagonistas hacen fortuna gracias a un contrato millonario con McDonalds para el suministro de patatas y vegetables. El se decanta por buscar compañeras entre la "prostitución veneciana" y el BDSM, mientras ella salta de monitor de tennis al de fitness y así sucesivamente, eso SI, en todo momento mantienen una aparente matrimonio bien avenido....

Viva la aventura!!! sobre todo la del seXo.

Xao Lolita, un beKISSko encanto

Anónimo dijo...

Yo no soy un poco puto....creo que soy puto del todo, pero solo de mente.

¿Imagen nueva? Me agrada

josejimenez dijo...

fuego al registro de la propiedad¡¡¡¡¡