miércoles, enero 18, 2012

Marilyn, año cero




Imagen de Marilyn de aquí



Imagen de la habitación del  Roosevelt Hotel donde Marilyn pasaba largas temporadas y que cuenta con una imagen de la actriz al fondo y un espejo sobre la cama

Nunca fui muy de Marilyn hasta que visité la ciudad de Los Ángeles. Su fantasma está en el aire. En ocasiones es un disfraz a las puertas del Chinese Theatre, en otras, un parte de defunción tras la vitrina de un casposo museo donde flota, leve, el olor a zotal.
La constatación fehaciente de que todo el mundo hizo y hace caja a costa de Marilyn me sumió en una profunda tristeza. Un tipo pagó porque lo enterrasen encima de sus delirantes huesos en el cementerio de Westwood. La minúscula lápida llena de monedas y flores es una metáfora de su “gran” vida. Marilyn estuvo sola siempre, salvo escasos momentos. Pocos se molestaron en conocerla de verdad; ni el presuntuoso Miller, ni los hermanos Kennedy, amistades peligrosas que jugaban a asfixiarla metiendo su cabeza en una bañera. Hoy, la habitación del Roosevelt Hotel que presenció orgías y mañanas de resaca y angustia, lleva su nombre. Luce un espejo en el techo, el reflejo azulado de la piscina se cuela en la estancia. La luz es fresca e inocente, quién lo diría.
Todos los sueños y juguetes rotos danzan un vals macabro en las avenidas de Los Ángeles. Norma Jean fue una niña fagocitada por la ciudad y por la industria del cine. Al final de sus días vagaba por sus calles en busca de un chute orgásmico con desconocidos. Las portadas, los flashes, los fans jamás le dieron lo que ella necesitaba. La hermosa criatura vivió rodeada de gente que se enamoró de una fotografía.
Probablemente habría sido una persona normal si su padrastro y hermanastro no hubiesen abusado sexualmente de ella. Apenas contaba 11 años. Al igual que sucedió con grandes estrellas como Rita Hayworth (violada por su propio padre, el jefe de la troupe Cansino) fueron víctimas de su hermosura y supervivientes al horror ¿Pero quien puede sobrevivir mucho tiempo a una alienación continua de su persona? ¿Alguien quiso de verdad a la deliciosa Sugar?
Marilyn luchó sin cuartel para escapar del fantasma de la locura, heredado de su madre, esa cortadora de negativos de la RKO. Recurrió al psicoanálisis, estudió, vivió en Nueva York, todo por no embarrancar en el pantano de sus obsesiones. Al final, dejó un bonito cadáver exhibido sin respeto hasta la saciedad. Con ella, el ser humano descubrió una nueva forma de canibalismo que se ha repetido con tantos ídolos caídos y que abruma por su frialdad.
Marilyn era el sexo pero no por su espectacular físico sino por un perpetuo juego de seducción. El sexo era una herramienta para alimentar su maltrecha autoestima. Sentirse deseada por todos espantaba el vacío al menos por unas horas. Pobre chica guapa.
El 50 aniversario de la muerte de Marilyn que se celebra este 2012 quizá sólo sea otro ardid para que su nombre dé sabrosos dividendos – memorias, libros conmemorativos, una película— o quizá sirva para que por fin el mundo la comprenda y la conozca de verdad.
Donde quiera que estés, niña perdida, descansa en paz.



Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 18 de enero de 2012

1 comentario:

:3 dijo...

Femineidad a la enesima potencia. Eso era mágico en ella. Cuando te miraba, te miraba como la más mujer que existió.

Algo raro hoy día, por no decír inexistente.