jueves, marzo 01, 2018

Saturno

 
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  Tu historia es mi historia. Las vidas se parecen tanto las unas a las otras que se sorprenderían. Y todo el mundo quieren que cuenten la suya. Cuántas personas se han acercado a mi y me han dicho la famosa frase: si te cuento mi historia, escribes un libro. Y con algo de cinismo y mala leche les contesto que no es menester. En los últimos siete años me han despedido injustamente de un trabajo que me encantaba, han muerto familiares que quería, ha fallecido mi mejor amigo, me han traicionado personas que amaba y me he divorciado.

Les ahorro los detalles porque, efectivamente, daría para escribir un libro, pero, sobre todo, porque mi biografía y la de casi cualquiera es semejante y más con el terremoto de la crisis a nuestras espaldas.   Escucho la nueva canción de Pablo Alborán, “Saturno”, y pienso que vaya una suerte que tenemos los que contamos con una vena creativa porque el desamor nos viene de perlas. Cualquiera que haya sufrido una o varias rupturas puede deducir que esa canción cuenta, efectivamente, su vida. Los cadáveres del abandono, de los amores rotos, siempre son los mismos: los hijos que no se tuvieron, los lugares que no se visitaron juntos, tantas y tantas fotos que quedaron por hacerse, la casa que se hubiese compartido.

  El aborto del amor es el más cruel de los destinos. Es matar a un niño no nacido. O sea, matar la esperanza, el futuro. Aunque claro, como canta Pablo: "tuve tantos momentos felices que olvido lo triste que fue darte de mi alma, lo que tú echaste a perder".

  Si vives en misma ciudad que te enamoraste y te despreciaron todo es un recordatorio permanente: aún se oyen los gritos de amor, no en Plutón, sino en el viejo barrio, en una playa; besos en la calle o en la ladera de un monte…Uno quiere pasar página pero hay demasiados cadáveres aún calientes por todos los rincones.   Alborán dice que se interesó por la leyenda de Saturno, el que se comía a sus hijos. Las historias de desamor tienen eso en común: en ocasiones sientes como alguien monstruoso te desolla las entrañas para comerte crudo.

¿A quién se come Saturno? a su propio hijo no nacido. Los rompeamores son Saturnos. Unos monstruos sin corazón. No empieces algo si no estás convencido de ello. No utilices.   Por otro lado, todos los que somos del signo Sagitario hemos tenido al puto Saturno retrógrado durante 3 años haciéndonos la puñeta. Con todas mis amigas Sagitario lo comento: hemos sufrido debacles increíbles. Unas más que otras. Aún cruzo los dedos para llegar a final de año con vida.

 Los astrólogos, sin embargo, coinciden en señalar que Saturno es el maestro del Karma: el pasado que regresa a tu vida, conflictos no resueltos y la imperiosa necesidad de ejecutar lo que tantos años atrás has ido posponiendo. Los procastinadores perecen. Saturno te obliga a ordenarte, estructurarte y te da lecciones imposibles de olvidar. Saturno te pone a los pies de los caballos y a los pies de tus citas a esos tipos que no te convienen —una amiga los denomina follapavas —para que aprendas a esquivar de una jodida vez ese pedrusco. Todos hemos sufrido“saturnos” en nuestra vida. Esas vivencias que dejan cicatrices en vez de huellas. Todos hemos querido perdernos en la galaxia de los futuros hermosos y hemos dado con los pies en el polvo, sin una ilusión con fundamento que llevarse a la boca. Lo dicho: tu historia es mi historia y con todas, efectivamente, se escriben muchos, muchos libros.

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